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viernes, 17 de junio de 2011

Ali tambien tiene un acosador

ALI TAMBIÉN TIENE UN ACOSADOR

Ali estaba quitando las huellas de los cristales del escaparate, huellas que un niño se había encargado de dejar grabadas cual tatuaje mientras la miraba retándola desde el otro lado del cristal.
Mientras limpiaba, pensaba en lo mucho que le habría gustado decirle a la criatura que tenía que hacer con sus manitas y a su pasota padre lo que…
-Buenos días señorita- una voz interrumpió sus pensamientos.
-Buenos días caballero- contestó Ali. Y al incorporarse vio a un hombre de unos ochenta años que la miraba fijamente mientras sujetaba su sombrero en una mano.
-¿Tú cuánto te llevas?- le preguntó el hombre.
-Pues depende del día, pero no me quejo, la verdad es que no estamos notando la crisis tanto como otros.
-Es lo que tiene tu negocio.
-¿Las camiserías?- Ali no entiende muy bien por qué piensa este buen señor que las camiserías no sufren la crisis, en sus tiempos tal vez…
-¿Camisería?....no, si yo… tú ¿cuánto te llevas tú? Ten te doy veinte- le dice sacando un billete y ofreciéndoselo.
Al entender Ali de que negocio está hablando el anciano, se pone roja, azul, verde, morada, le sale humo por las orejas, el corazón le late a mil por hora y tiene ganas de matar a alguien.
¿Cómo ha podido confundirla con una tss (trabajadora social del sexo)?
Pero si lleva su mejor traje, lo compró en Mare Bernal la tienda de sus hermanas, y la camisa que lleva bajo es de lo más discreta apenas lleva desabrochados dos botones, y sobre todo…  cómo que veinte, ¡veinte euros!, si por lo menos le hubiera ofrecido quinientos, su ego no estaría tan maltrecho, ¿pero veinte?, en ese momento se da cuenta de lo que está pensado ¡Dios mío! estoy fatal, se dice a sí misma.

Una semana después.

-¡Hombre hermana!- me saluda Ali al verme entrar en su tienda.
-¡Hola Ali!- mi hermana Ali es de estatura media, morena de piel, con el pelo muy oscuro y bastante guapa, apenas nos parecemos, un poco en los gestos tal vez.
-¿Puedes salir a tomar un café?- le pregunto.
-No puedo mi socia no está, pero cojo un cigarrito y me acompañas a la puerta para que me lo fume.
-Ya lo dejarás algún día.
-Bela querida, ahora que está prácticamente prohibido, sabe mucho mejor- me contesta dándole una sensual calada al pitillo.
-Señorita… buenos días- dice un anciano que pasa a nuestro lado dirigiéndose a mi hermana, mientras, levanta cortésmente su sombrero de paja de la reluciente calva que es ahora su cabeza.
A mi hermana se le atraganta el humo de su sensual calada en la garganta.
-Buenos días caballero- contesta cuando se le pasa la tos.
-¿Este es tu acosador particular?- le pregunto.
-Sí hija sí. Pasa por aquí todas las tardes a la misma hora, si está mi socia mira como buscándome pero pasa de largo. Y si yo estoy dentro o atendiendo se espera fuera hasta que salgo para poder saludarme.
-Mira que si te deja la herencia- le digo riéndome.
-Teniendo en cuenta lo que estaba dispuesto a pagarme por sus servicios seguro que me deja al gato.
-Pero si tú le tienes pavor a los gatos.
-Por eso precisamente. ¿Sabes qué es lo peor?
-¿Hay algo peor?
-Cuando se acerca la hora empiezo a mirar a ver si pasa, y si se retrasa me preocupo.
-¿Qué?- exclamo sorprendida.
-Es que es muy mayor, el día que no pase será porque la ha palmado y qué quieres me sabe mal.
-Estás fatal Ali.
-Sí eso ya lo había pensado yo.   

                                                                                                      Bela Marbel

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